viernes, 7 de mayo de 2010

Los Asentamientos, las Villas y la precarización social

En la entrada anterior se expusieron algunas ideas sobre la categoría de “barrio” y su relación con la vida cotidiana, para explicar un poco la realidad cambiante en el tiempo y en el espacio en una especie de sinergia con nosotros mismos, que somos parte, directa o indirectamente, de ese espacio concreto.
Puesto que cotidianamente vemos una historia de la que no podemos aislarnos o parecer indiferentes, la cuestión que pretendo hacer mención hoy es la precarización social, pero definida según dos objetos geográficos: el asentamiento y la villa. El título de esta entrada iba a llamarse “Los Asentamientos y la precarización social”, pero quise agregarle el fenómeno socio-espacial de las villas, porque si bien comparten algunos rasgos en común, tienen más diferencias que semejanzas.

Con frecuencia, cuando nos referimos a estos fenómenos, el imaginario colectivo (en general) toma escasa conciencia de esta realidad y como resultado percibimos esa falta de participación de la ciudadanía para proponer elementos de análisis que al menos, en el corto plazo puedan ser útiles para la formulación de proyectos que alcancen a satisfacer las expectativas de la población de estos “lugares”.

Como primera aproximación podemos sostener (sin ánimo de homogeneizar las características de ambos ámbitos territoriales) que se trata de establecimientos que no se ajustan a los reglamentos políticos vigentes de ordenamiento urbano, sino que adopta la forma de viviendas autoconstruidas en zonas con un cierto deterioro ambiental, que se encuentran, en algunos casos en los límites de las ciudades. Esto implica las diferencias que exhiben las villas y los asentamientos, porque en general son las primeras las que históricamente se han ubicado en los “bordes” de las áreas urbanas, generalmente en aquellas con un crecimiento demográfico acentuado con respecto a otras, desde aproximadamente los años `30 en algunos casos específicos. En el caso de los asentamientos se pueden observar algunos rasgos propios, por ejemplo que son unidades habitacionales decididas y organizadas colectivamente y su desarrollo en cuadrícula. Esto es muy importante destacarlo porque en función de sus diferencias (espacio-temporales), serán posibles los planes destinados a mejorar la calidad de vida de sus habitantes o lograr la reubicación en otras zonas de la ciudad, visto el proceso de densificación poblacional que han experimentado en los últimos años ambos “espacios”.

Algo que me llamó profundamente la atención era el vacío conceptual sobre el que se manejaba la información empírica en diversos sitios de la web, por ejemplo asemejar completamente los rasgos característicos de las villas y los asentamientos. Es decir, la palabra “asentamiento” como una categoría identificable inexorablemente con estos dos ámbitos, como si se trataran ambos de la misma cosa. En estos casos es también donde tiene que actuar la vigilancia epistemológica, esto es, desprenderse de las nociones de sentido común e ir más allá, deconstruyendo una realidad que no es homogénea, ni en el campo de las relaciones sociales, referidas a las prácticas que construyen ese sentido de identificación con el “lugar”, ni en las posibilidades que tienen esas personas de incorporarse al mercado de trabajo formal, entre otras cuestiones.

Desde otro lugar, pero relacionado con lo anterior, las personas que pasaran a residir en estos espacios, no están exentas de diversas dificultades respecto a la obtención de un trabajo formal, por el estigma de por ejemplo “vivir en la villa”, que sociológicamente es un fuerte impedimento por sus características “identitarias”, mas que por su condición social relacionado con la pobreza. Desde el punto de vista teórico se han hecho bastantes esfuerzos por tratar esta cuestión y de proponer en la medida de lo posible algunas probables soluciones, pero en la práctica los planes de ordenamiento territorial no han dado resultados fructíferos y aún siguen apareciendo nuevos proyectos para empezar a cambiar esta realidad, que posee matices bastante complejos, porque tanto los asentamientos como las villas, como ya se mencionó, son diferentes unidades habitacionales, también en su raíz histórica, pero sí presentan un rasgo en común que es la significativa escasez de recursos de sus habitantes, con lo cual se reproduce, intergeneracionalmente, el círculo vicioso de la pobreza.

La precarización como fenómeno y problemática, enfocándonos concretamente en la Argentina, y con características similares en gran parte de América Latina (pero también en otras partes del mundo), es una consecuencia innata de los movimientos históricos del capitalismo, desde el último siglo, que produjo la progresiva escisión de los grupos sociales, pasando por períodos de relativa estabilidad política y períodos de coyunturas político-económicas de crisis institucional de forma alternada, que no hicieron mas que reducir las posibilidades de ascenso social y de acceder al mercado de tierras. Para continuar estos planteos, me he venido interesando bastante por algunos trabajos de María Cristina Cravino, antropóloga e investigadora del Instituto del Conurbano, que desde una lectura genérica de una de sus investigaciones más recientes, es necesario realizar una distinción, no solo conceptual sino también empírica, de la denominación de villa y asentamiento. Según la autora, las villas son una expresión territorial que comenzó a desarrollarse, si bien a un ritmo lento, y reiterando lo dicho, en la década de 1930, en un contexto de fuertes migraciones internas en nuestro país, paralelamente al deterioro de la mano de obra rural en algunas provincias del país.

Este “nuevo” proceso de urbanización en Buenos Aires, que comenzó a incorporar una mayor cantidad de habitantes a sus coronas metropolitanas (principalmente en la segunda corona), fue concomitante con el comienzo de la industrialización argentina. Pero el crecimiento urbano no pudo ser totalmente establecido dentro de los límites de la trama industrial, con lo cual se evidenció principalmente desde mediados de los `40, una masa de marginados del proceso productivo, o en su defecto, con una inserción inestable. Esta situación se tradujo en una primera y dificultosa experiencia de pérdida de capital simbólico y de precarización social, algo que sería mucho más palpable desde los años `90, con las profundas transformaciones en los mercados de trabajo, que tuvieron sus primeros indicios en las décadas de 1930 y 1940, época en la cual la huella de la marginalidad urbana se volvería a repetir, con espacios y tiempos desiguales, hasta la actualidad.

En el texto “Magnitud y crecimiento de las villas y asentamientos en el Área Metropolitana de Buenos Aires en los últimos 25 años”, Cravino señala las diferencias entre los dos objetos espaciales en cuestión, en un primer acápite menciona las características que presentan las villas y en un segundo punto, las que son propias de los asentamientos.

A continuación presento estas diferencias con el objetivo de superar estas nociones de sentido común que en ciertas ocasiones nos hacen perder de vista la especificidad para pensar los procesos que condujeron a estas realidades simétricas en un sentido y asimétricas en otro. En cuanto a las villas notamos una trama urbana irregular, con dificultades notables en la circulación de vehículos, las viviendas cuentan con diferentes grados de precariedad y poseen una alta densidad de población, que en los últimos años se fue acrecentando progresivamente por ejemplo en la Villa 31, que haremos mención más adelante.

La estigmatización, referida a como son percibidos por una parte muy significativa de la sociedad, y que tiende a reproducirse el tiempo, es otro de los rasgos característicos. Por otro lado, en los asentamientos nos encontramos con un amanzanamiento en forma de cuadrícula, y tal como da cuenta la autora, las prácticas en torno a la organización son desarrolladas en forma colectiva. Es en su mayor parte una localización sobre tierra privada, en ámbitos de alta fragilidad social, por ejemplo sobre terrenos inundables o basurales, con riesgos de todo tipo para sus habitantes. Los dueños de esas tierras las abandonaron y luego de un periodo de tiempo, la población asentada allí, puede realizar diferentes mediaciones en la esfera político-institucional para poder “legitimar” su derecho a permanecer en ese lugar. Por ello es que existen diferentes grados de heterogeneidad respecto al acceso a los servicios, al mercado de trabajo, y a poder alcanzar el derecho de tener una vida digna, con todas las complejidades que ello implica.

Otro de los factores que influye en las condiciones de vida de estos sectores de la población, por ejemplo en el aprovechamiento del agua, es efectivamente la degradación ambiental, como puede notarse en las inmediaciones a la Cuenca Matanza-Riachuelo, donde se nuclear una notable proporción de viviendas que carece de los recursos necesarios para obtener mejores condiciones habitacionales. No está de más decir que las autoridades políticas y jurídicas competentes no han realizado los esfuerzos necesarios para minimizar los riesgos ambientales, mediante el saneamiento hídrico, ni tampoco para erradicar el problema de la extrema pobreza que tiene nuestro país. En efecto, hace mas de treinta años se han venido proponiendo posibles respuestas a la degradación ambiental de la cuenca que atraviesa parte del sur del AMBA, pero en mi perspectiva aún esto continúa siendo una utopía.

Para ilustrar de alguna forma estos fenómenos que han venido expandiéndose en la Argentina en las últimas décadas, presento a continuación algunas fuentes estadísticas que expresan su comportamiento espacial y temporal tomando como referencia exclusiva al Área Metropolitana de Buenos Aires (se trata de un recorte territorial que expresa fuertemente la tendencia a la concentración de estos ámbitos socio-territoriales, pero es sólo un recorte que no revela la generalidad de la cuestión, pero si parte significativa de la misma).



Cuadro 1: Población en Villas y Asentamientos (2006)





Fuente: María Cristina Cravino, Juan Pablo del Río y Juan Ignacio Duarte. Infohábitat –instituto del Conurbano- UNGS


La información contenida en este cuadro representa la gravedad de la situación de informalidad en prácticamente toda la región, por lo que es importante mencionar algunos casos ciertamente paradigmáticos. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no se registran asentamientos pero sí villas, en proporción significativa, una situación algo opuesta es la del partido de La Matanza que cuenta con un número elevado de asentamientos, pero con un valor inferior de villas comparativamente con el primer caso. Ahora bien, a pesar de la relativa homogeneidad detectada en el resto de los partidos del AMBA, el caso del partido San Martín es único en el muestreo realizado, pues contiene los valores más altos del área. Este proceso de deterioro de las condiciones de vida remite a los contextos históricos que desde el quiebre institucional de mitad de los `70 algunos sectores de la sociedad, no han podido reestablecerse en buena parte en el mercado de trabajo formal y residir en una mejor vivienda.
Esto es, a resumidas cuentas, lo que condujo al desarrollo de la denominada urbanización informal, que como se pudo notar más arriba, tenía sus raíces históricas en las circunstancias político-económicas desde la crisis del `30 y que fue una tendencia que se reforzó notablemente con el último golpe de Estado.

Por otro lado, el boom inmobiliario de los `90 en nuestro país por ejemplo, tendió a generar una imagen de falta de justicia territorial reflejada en las desigualdades sociales existentes que aún se mantienen, lo que permite hablar de la coordinación institucional, que condense los intereses sectoriales y la participación ciudadana en la planificación de la ciudad, tarea nada fácil pero absolutamente necesaria para reducir los márgenes de los “espacios de la riqueza” y los “espacios de la pobreza”, prestando atención también que en ambos espacios se yuxtaponen los niveles de calidad de vida por lo que no existen compartimentos estancos, las ciudades son entonces, en muchos casos, ámbitos de la reproducción desigual de las condiciones humanas de existencia por lo cual la planificación es solo un instrumento y un componente más del cambio pero no es el todo a partir del cual puedan modificarse los niveles de vida de la población en general y se regrese en cierta medida al Estado de Bienestar donde funcionó el planeamiento urbano reglamentario mediante fuertes incentivos peronistas.



Asentamientos en La Matanza

El partido es el de mayor extensión del denominado Conurbano Bonaerense (integrado por 24 partidos que rodean a la Ciudad de Buenos Aires) y uno de los más poblados de la Argentina. En un trabajo sobre este tema, Denis Merklen analiza las formas que han adoptado las tomas de tierras en La Matanza de familias que por determinadas circunstancias, se han organizado para adoptar esta estrategia para intentar superar, en parte, su condición de fuerte vulnerabilidad social en que se encontraban anteriormente.
Entre 1985 y 1986 este proceso adquirió connotaciones socio-políticas, puesto que estaban involucrados agentes municipales que posteriormente cumplieron un papel de mayor relevancia al otorgarse a estas familias, que se fueron ampliando en tanto accionar planificado, los derechos para instalarse en aquellas áreas que serían su lugar, aquel ámbito que de alguna forma reconoce su identidad. En palabras de Merklen: “Específicamente es la relación del grupo con el espacio urbano, no sólo con la tierra, lo que le otorga características específicas en tanto grupo social.

Se persigue una diferencia clara de la tradicional “villa miseria” y en tal sentido, habrá una estricta planificación física del asentamiento en la que se respeten rigurosamente las pautas del trazado urbano”. En tal sentido propone que esta forma de organización socio-territorial sea percibida y objetivamente sea analizada como un “barrio” en vez de cómo una villa, desde el punto de vista del trazado urbano, elemento que justifica esa distinción; por otra parte, se observa una gran continuidad con la perspectiva epistemológica de Cravino, que percibe al fenómeno de segregación social disgregado en estas formas dispares y semejantes que adquiere el derecho a la ciudad.



La urbanización del Barrio Carlos Mugica de Retiro



En el derecho a la ciudad hay una clara expresión de participación social con el objetivo de modificar la realidad actual donde en muchos ámbitos recrudece la pobreza y la marginación y ante lo cual no vemos consolidarse propuestas que pasen del discurso a la acción concreta. Somos conscientes de que en las “villas 31 y 31 bis” se definen hoy las políticas urbanas de Argentina según María Cristina Cravino, y esto de ninguna forma es algo menor, porque representa el ejemplo de un espacio urbano que se encuentra fuertemente deteriorado en relación con su área de influencia, donde se exhiben los rasgos de espacios de riqueza y de pobreza de manera conjugada como vimos antes.


La orientación de esta autora es por formación, antropológica, por lo que se prestan al debate las ideas sobre la cultura de “la villa” y como se “inserta” en la “cultura general de la sociedad”. Se trata de desnaturalizar lo naturalizado, de que “el estigma de vivir en la villa” no se convierta en una condición social impermeable a lo largo del tiempo, y podamos adoptar una mirada más amplia, que en su devenir se incorporen otros campos sociales o se modifiquen algunas prácticas existentes.

Sin entrar demasiado en culturalismos, debemos sostener que la urbanización de la villa no soluciona todos los problemas de la población sino que contribuye esencialmente a que esos habitantes puedan tener más posibilidades de incorporarse al mercado de trabajo formal, de que las futuras generaciones puedan tener acceso a una mejor educación y que no permanezcan en una condición de “marginados”. Pero lo cierto es que no es suficiente con “construir casas nuevas” o llevar servicios básicos a las viviendas sino que se necesita modificar las relaciones de los “polos estructurales” o sea de la población que reside actualmente en la villa, y el resto de la sociedad (aunque incorporemos indiferentemente la población en asentamientos) y eso se puede lograrse no solo con la urbanización de las villas, en este caso 31 y 31 bis sino también que la planificación urbana tiene que estar conducida por un contexto de bienestar económico con una intervención más directa del Estado mediante un cambio drástico en sus funciones, lo que supone una consistente articulación institucional a nivel sectorial a nivel municipal, provincial y nacional. La formación de una autoridad política, metropolitana, por otro lado, podría tener una gran relevancia para que esta situación, bastante compleja en diferentes dimensiones por cierto, no quede solo en la utopía.


El principal desafío hoy sin duda, es poder llegar a construir una ciudad sustentable, donde la solución de los problemas presentes no genere situaciones comprometidas para las futuras generaciones según reza el discurso oficial. Y esto es así no solo en cuanto a las cuestiones ambientales sino también para la organización socio-espacial de la ciudad, donde nosotros los geógrafos podamos aportar al menos algunas propuestas para que se lleven a la práctica. Para ello debe prestarse especial atención al desarrollo de políticas de inclusión, de manera que el transporte, los servicios, la vivienda y los equipamientos públicos sean puestos al alcance de toda la población. No obstante, la urbanización de “la 31” requiere de mucho trabajo en conjunto, pero otra de las discusiones gira en torno a si esta villa (Barrio Carlos Mugica) seguirá considerándose como tal o si será otra especie de gueto, donde dominen otras lógicas socio-culturales.

Es necesario mencionar también, que su nombre deviene de un acto puramente burocrático para asignar ciertos perfiles "clientelares" por parte de los gobiernos de turno. Pero lo que más debe rescatarse es la posibilidad que tendrán esos habitantes de tener un verdadero acceso y derecho a la ciudad y no permanecer con ese estigma del que había escrito Marcelo Corti, otro importante exponente de la revista virtual “Café de las Ciudades”. Es necesario por tanto, que se ponga ya mismo un límite estricto que impida que la villa continúe creciendo y densificándose, habiendo ahora un “mercado inmobiliario” que construye viviendas allí para lo cual se deduce que está constituyéndose una fuerte especulación del suelo urbano, porque a medida que va llegando más gente se va incrementando el valor de la vivienda, y para lo cual lo existe por ahora ninguna reglamentación que avale la negativa de un mayor crecimiento.


Postales urbanas del Barrio Carlos Mugica o también denominado "Villa 31"






Imágenes elocuentes que demuestran la realidad que describimos sobre la pobreza y la segregación urbana en Buenos Aires




A continuación algunas reflexiones que realiza Marcelo Corti sobre la problemática de la Villa 31:

“Tratase de elaborar un Plan Maestro para el sector de las dos comunidades y su entorno, aprobarlo junto a los habitantes del lugar y a las autoridades competentes en cada uno de los niveles (nacional y local), así como con los representantes de cada una de las diferentes concesionarias de servicios públicos.
La escala de la intervención demandada permite manejar adecuadamente cada una de las variables envueltas, congregando a cada una de las diferentes oficinas gubernamentales (urbanismo, vivienda, educación, salud, transporte, trabajo, justicia, cultura, seguridad, etc.), tomando como referencia el mencionado Plan Maestro para el área, a ser elaborado.
Buenos Aires necesita mostrar tanto el adecuado tratamiento de sus áreas “informales” socio-económicas y territoriales más frágiles, cuanto la cura de una herida innecesariamente expuesta desde hace tanto tiempo.
Por tanto la cuestión que se plantea no es para mí erradicar o no erradicar, sino construir ciudad articulando sus partes socio-espaciales fragmentadas”. (Marcelo Corti, La urbanización del Barrio Carlos Mugica de Retiro)


Para finalizar exponemos algunas últimas consideraciones que traslucen este panorama que hemos venido describiendo, sobre pobreza e informalidad, trabajando sobre la base de la dimensión espacial de la ciudad, que si nos remitimos a su concepción desde la geografía, el espacio es un producto social.


“La vinculación directa del crecimiento de la informalidad a la pobreza no es de reciente aparición en el debate, sino que ha estado presente desde tiempo atrás. Sin embargo, esa afirmación se desvanece cuando se observan en numerosos países tasas importantes de disminución de la pobreza al mismo tiempo que se produce un crecimiento de la informalidad. Y Argentina es un ejemplo de ello, ya que desde 2003 a la fecha, y más allá de las dudas que arrojan los datos del INDEC, resulta evidente que la pobreza ha disminuido. Al mismo tiempo, todo indica que la informalidad está siendo de manera cada vez más frecuente, la forma de acceso de los sectores populares al mercado de suelo. Según nuestros registros, en los 24 municipios que forman el Área Metropolitana de Buenos Aires (exceptuando la Ciudad de Buenos Aires) entre 2001 y 2006 la población en villas y asentamientos aumentó en poco más de 342 mil personas.”

Más adelante continúa diciendo:

“Finalmente, resta decir que la acción pública en tierra, vivienda y hábitat ha destinado en los últimos 5 años más recursos, ejecutado más soluciones habitacionales y alcanzado a más familias que la suma de toda la intervención del Estado en los últimos 30 años. Los impactos son múltiples y variados: hay villas y asentamientos que se regularizan y formalizan, miles de familias que mejoran sus condiciones habitacionales y también surgen nuevas situaciones de segregación socio territorial derivadas de las localizaciones y de la calidad de las nuevas urbanizaciones. Será necesario estudiar la evolución del fenómeno en los próximos años, ya que se podrá medir de manera más certera el impacto de las actuales intervenciones públicas para mejorar las condiciones urbanas en 80 barrios, en lo cuales se encuentran en ejecución proyectos (algunos a punto de finalizar), y los recientes anuncios de intervención en la totalidad del fenómeno.” (Equipo Infohábitat, Pobreza y mercado del suelo en el Área Metropolitana de Buenos Aires).


Conclusiones

Podemos empezar pensando que la planificación urbana es una solución a los problemas habitacionales que existen en estas áreas, pero se necesita también de la implementación de políticas de estado para remediar el contexto social actual, que produce un importante deterioro de las condiciones de vida; es fundamental que la ciudad funcione como un todo y no como “fragmentos” que contribuyen a un acceso muy diferencial de los habitantes al mercado de trabajo, a los medios de transporte o a otros servicios que ofrece “la ciudad”. Sin dudas, el crecimiento urbano sin planificación es la fuente de muchos problemas sociales y naturales referidos a la vulnerabilidad y a la incertidumbre de la población, escenario en el cual también puede aplicarse la teoría social del riesgo, por ejemplo problemas de orden ambiental, como se mencionó en el artículo.
Es necesario proyectar algunas de las ideas expuestas aquí en concretos proyectos de planificación que intenten promover soluciones efectivas a la población que vive en estos ámbitos donde se nota en gran medida la segregación social y la exposición a toda clase de adversidades de índole económica, social y cultural.

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